La digitalización y la automatización están transformando cómo se abordan diversas tareas en búsqueda de una mayor eficiencia. Sin embargo, existen ciertos contextos dónde hay una preferencia por la atención humana. Este fenómeno podría considerarse paradójico, por lo que es interesante explorar qué hay detrás de esta resistencia.
En los últimos años, la capacidad de la tecnología para procesar grandes cantidades de datos, aprender patrones y realizar tareas ha mejorado la eficiencia operativa y la toma de decisiones. Se menciona que la IA impactará en todas las industrias en áreas como las operaciones de clientes, marketing y ventas, e investigación y desarrollo (I+D).
Los algoritmos más avanzados permiten que las máquinas se vuelvan progresivamente más hábiles, por lo tanto, más aptos para reemplazar algunas de las funciones que realizan las personas. La preocupación sobre la pérdida de empleo por la automatización de la mano de obra, visibiliza la resistencia de algunos hacia el cambio.
Esta resistencia se puede manifestar en la preferencia por la interacción humana en vez de bots “inteligentes”. Por ejemplo, en la atención al cliente, a pesar de haber bots activos las 24 horas, los clientes prefieren la atención tradicional, incluso si los bots podrían ser más eficientes.
A pesar de los avances tecnológicos, hay aspectos de la interacción humana genuina que la IA no llega a simular completamente. La empatía, capacidad de comprender emociones sutiles, la creatividad o el humor son elementos orgánicos presentes incluso en la más simple interacción. Y aunque algunas IAs destacan en esta emulación, la IA suele estar orientada a asegurar un flujo rápido y eficiente para cumplir con la tarea asignada.
Para seguir explorando sobre esté tema lee el artículo completo por Freddy Linares, director de Neurometrics, en el Boletín de Punto de Equilibrio Nº46.